lunes, 13 de febrero de 2012

Aussi Aussi, 1er stop Melbourne

Llegamos a Australia!!!!!!! Ya hace un tiempito pero las experiencias nos han impedido llevar esto al día así que vamos a intentar reproducir de la manera más fidedigna posible nuestras sensaciones y experiencias.
Los sueños en el avión revolucionaban nuestra adrenalina, sentíamos la cercanía. Las casi diez horas de vuelo desde Kuala Lumpur se vivieron con ilusión, ya casi estábamos en el tan esperado destino; Melbourne la ciudad artística australiana por excelencia.

Llegamos cansadas pero ansiosas por percibir las primeras sensaciones del país. En el aeropuerto estaba esperándonos el que ahora es nuestro gran amigo Evan. Al ser el novio de una amiga de Leti no sabíamos muy bien con quien nos íbamos a encontrar y no podía ser mejor de lo que fue.

Llegamos a su casa después de pasar por un restaurante a comprar unas pizzas y unos vinitos de bienvenida. Su casa está en el barrio de San Kilda al lado de la playa de Melbourne que no pasará a la historia por ser la playa más bonita…


Empezamos a conocernos, nos ofreció su cama y durmió en el suelo de su casa. Un lindo apartamento de moqueta lleno de instrumentos de música, lo que luego se convertiría en nuestra segunda residencia.


Cuando nos levantamos fuimos al laundry a lavar toda una maleta de ropa que traíamos desde Tailandia sucita, sucita, sucita… El dueño de la lavandería era todo un personaje indescriptible. Después de este trámite dimos una vuelta en búsqueda de una persona muy especial para Bea, Valentina, prima de Cynthia y parte importante de los recuerdos de infancia en Venezuela.


Sabíamos a través de René (otro gran amigo venezolano afincado con chaquetita en Melbourne) que Valentina trabajaba por una calle agetreada de San Kilda pero lo que nunca imaginamos es que después de comprar una tarjeta para nuestro nuevo teléfono australiano en Vodafone saldríamos a encontrarnos de frente con Valentina, trabajando en un puesto de zumos y muffins.

Este momento requiere unas líneas de atención. Valentina estaba en sus últimos días de trabajo con una jefa insoportable de esas que no te dejan vivir tranquila por lo que tenía que contenerse. Nosotras le pedimos unos zumos y los iba haciendo conteniendo sus lágrimas y con gesto de sorpresa sin poder salir a abrazar a su amiga. Las dos estaban iluminadas con una sonrisa en sus caras reflejando todo las imágenes de sus recuerdos.
Leticia y yo no pudimos evitar estar en ese momento como espectadoras de un momento especialmente mágico y nos emocionamos como dos tontas viendo una película. Finalmente acabó en unos minutos su jornada de trabajo y entre risas y abrazos volvieron a encontrarse Valentina y Bea.
Valentina continuó caminando con nosotras y luego llegó Paul. Yo estaba nerviosa, tenía muchas ganas de ver a nuestro gran amigo en otro escenario distinto, esta vez el suyo. Apareció caminando por San Kilda en nuestra búsqueda y también intervino la ilusión de volver a ver a alguien importante después del paso del tiempo.


Ya estábamos todos juntos así que nos fuimos a hacer lo que mejor se nos da, preparar cenitas improvisadas con los pocos ingredientes que tenía nuestro amigo rockstar en la nevera y tomar vinos hasta embolingarnos y que el inglés fluyera sin problemas…. Noches muy divertidas en casa de Evan, que repetimos en varias ocasiones en nuestro paso por Melbourne.




Al día siguiente llegó el amigo Alex desde Sydney para hacernos una visita de bienvenida. A él lo conocimos en Madrid a través de couch surfing y pasamos grandes momentos en la noche madrileña con él. Paseamos por un parque de San kilda y luego llegó Paul para enseñarnos lo que luego se convertiría en nuestro barrio y zona de acción para todo, Fitzroy.










Las primeras impresiones fueron increíbles y cuando nos llevaron a ver la fábrica en la que luego viviríamos se nos encendieron los ojos como platos, la cosa pintaba muy bien. Tiendas preciosas vintage, segunda mano, librerías, bares, música en directo, gente distinguida caminando por las calles, una explosión de colores. Las tres amigas paseaban por Fitzroy alegres y con el gusanillo que augura que algo muy bueno está por llegar, Alex y Paul por otro lado disfrutaban de ver nuestra alegría.


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